Un cliente
del balneario de la Cartuja creado por Bernabé Romeo escribía lo siguiente en
el Diario de Avisos de Zaragoza en el verano
de 1878:
“…el que venga una vez no lo olvidará jamás: si es enfermo, por
los buenos resultados que hallará en sus dolencias; y si bueno, porque
difícilmente hallará un punto de mejores condiciones para pasar quince o veinte
días caniculares. A parte de las condiciones que dejo enumeradas, fuera del
bullicio de los grandes centros, con las comodidades de un gran convento cartujo
por habitación, una buena y bien servida fonda y café, gran sala de reunión con
gabinete, piano y armónium…
Para el servicio a los clientes, tiene la empresa un hermoso
coche que los recoge y lleva a la estación de Sariñena".
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